Gonzalo Calderón, médico de familia y uno de los tres primeros niños alojados en la Casa Ronald McDonald de Barcelona

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2021

Abr

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“Esa parte positiva de la casa es normalizar algo que no es normal”

Corría mayo de 2002 cuando Gonzalo Calderón ingresó en la Casa Ronald McDonald de Barcelona después de un periplo por residencias y pisos de la capital catalana. La casa, la primera en España de la Fundación Infantil Ronald McDonald, acababa de inaugurarse hacía unas semanas y se ofrecía como vivienda a familias con hijos enfermos, que debían desplazarse y pasar largas estancias en la ciudad para recibir tratamientos médicos en centros hospitalarios de referencia.

Gonzalo llegó de su Burgos natal con 11 añitos afectado de un linfoma no Hodgkin y fue uno de los tres primeros niños que estrenó la Casa. En seguida vio la diferencia con los otros espacios a los que la enfermedad le había mudado “Fue un cambio total. Nada que ver. Como todo, tenía sus cosas buenas y malas, pero lo recuerdo con mucho cariño. La diferencia principal: la gente. Era como una familia, era una cercanía absoluta, era como tu familia, estabais todo juntos, entremezclados”.

Lo recuerdos se agolpan cuando echa la vista atrás, pero hay imágenes y anécdotas que no olvida: “Fuimos la tercera familia que entró pero los primeros que se quedaron más tiempo. Recuerdo estrenar las mantitas, los saloncitos… y ver con otra familia una película. Todo muy familiar. No había ordenadores, o sí había pero no internet en los ordenadores disponibles para mí. Pero por la noche, los vigilantes de seguridad no tenían ninguna pega en dejarnos entrar en la oficina y utilizar los ordenadores de allí, que sí tenían internet. Y yo con otro niño nos poníamos a jugar

En ese año 2002, Gonzalo encontró en la casa el entorno familiar que lo acogería con los brazos abiertos. Su lucha por superar la enfermedad se unía al nacimiento de un nuevo proyecto en la ciudad que se hacía desde el corazón y con la convicción de hacer frente a una necesidad social imprescindible para paliar los efectos económicos, emocionales y sociales de familias de niños y niñas con enfermedades graves.      Crear un hogar fuera del hogar que mantuviera las familias unidas y sin más preocupación que el bienestar del hijo o hija enfermos – “Abstraerse de la enfermedad… yo allí no tuve nunca esa necesidad. Era normal. En nuestro día a día vamos al hospital, tampoco es una sensación de estar enfermo. Esa parte positiva de la casa es normalizar algo que no es normal, el estar todo el día de hospitales, en uno pues hoy me toca a mí, mañana a ti…”-.

18 años después, Gonzalo guarda un buen recuerdo de lo que fueron los cinco años que, de manera intermitentemente, pasó por la Casa.

– “Creo que la casa, y te lo digo a posteriori y con perspectiva, a los niños les puede ayudar mucho porque normaliza, vamos a decirlo así, la enfermedad. Yo tengo la suerte que mi familia nunca lo escondió, pero tampoco se hablaba de lo que tenía, de la gravedad… Dentro de que yo he sido siempre una persona muy curiosa, sé que mi propio subconsciente me protegía de saber cosas porque nunca busqué, ya me hacía una idea, “esto será malo”, pero nunca busqué. Para mí era una enfermedad pero más larga… Ayuda mucho el no ponerte una gravedad extrema, el normalizarlo: “hay más gente como yo por aquí “ y de cara a los niños eso es maravilloso. Al niño, desde luego, le ayuda, le ayuda mucho, a la familia creo que también porque estás en contacto con otros padres”-.

Gonzalo sabe lo mucho que ayuda que te acompañen en un trance como el de pasar un grave enfermedad. Tanto que el mismo se decidió por estudiar medicina y ahora ejerce como médico de familia en Burgos. Es una forma de agradecer a todos los sanitarios que le ayudaron a superar su enfermedad y de devolver a la sociedad lo mucho que hizo por él. De hecho, Gonzalo, hombre de espíritu positivo, mantiene contacto con algunas de las familias de la Casa Ronald McDonald de Barcelona con los que convivió hace tanto tiempo e intenta trasladar a quien le escucha la importancia y necesidad de apoyar la labor de la Fundación -“Yo creo que lo más fácil sería que vieran lo que hay… Pero es complicado, este tipo de situaciones hasta que no las vives no eres consciente de lo que hay y no quiero desearle a nadie que viva algo así. Yo entiendo que tú llegas a la casa Ronald McDonald y ves la casita y dices: a saber qué es eso!. El que me vea y me oiga hablar pues a lo mejor piensa, ¡maravilloso! y la próxima vez que vayan tal vez pongan algo. Pero tienen que haber oído hablar a alguien que ha estado allí, o haberlo vivido”-.

Su experiencia es la mejor forma de explicar cuál es la labor de la Casa -“Yo he hecho mi propia campaña con amigos y conocidos diciendo que esto funciona, pero más allá de eso es difícil hacer llamamiento, tienes que empatizar con ello y para empatizar tienes que vivirlo. Se crea el entorno entre las familias, en espacios comunes, y sobre todo una historia común: todos estáis en una situación que no queréis, eso al final une”-.

Gonzalo lleva todas esas experiencias en su mochila personal y ahora ha decidido compartirlas en un libro que puede leerse en www.sencoismo.com y que espera publicar pronto. Parte de esas reflexiones ya podían seguirse en su canal de YouTube y sin duda en ellas hay la huella de su paso por la Casa.

Gonzalo estuvo cinco años sin escolarizar mientras estaba expuesto a continuos tratamientos hospitalarios, pero tiene claro que su estancia en Barcelona fue un aprendizaje que perdurará toda su vida.