Las alas de Aleix

24

2021

Mar

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2021

Hace un año que el Covid-19 obligó al mundo a parar en seco. Pero para Aleix, un adolescente de un pueblecito de Granada gran amante del baloncesto y con toda la vitalidad y energía de sus 14 años, fue una enfermedad con un nombre diferente la que le terminó de cortar sus alas. En compañía de sus padres, tuvo que dejar a sus amigos y amigas, su familia, sus entrenamientos, su instituto y a su hermano mayor, para venir a Málaga a ser tratado de su enfermedad, con un tratamiento que se preveía largo y complicado. Para él, el confinamiento iba a durar muchos más meses.

La primera parte fue la más dura. Mientras sus padres se alojaban en nuestra Casa y se turnaban para su cuidado, él seguía encerrado en una habitación de hospital durante meses, recibiendo tratamientos muy duros hasta que por fin se pudo realizar el trasplante. Pero tras él, todavía quedaban 90 largos días por delante en los que debía tener revisiones continuas. Por suerte, el poder alojarse en la Casa Ronald McDonald de Málaga junto al hospital le permitió salir por fin de esas cuatro paredes que conocía de memoria.

Las personas que trabajamos en la Casa hemos tenido el privilegio y la satisfacción de observar cómo poco a poco Aleix iba mejorando. Al principio por la debilidad y pérdida muscular debía utilizar una silla de ruedas, luego veíamos llegar su delgada figura andando muy despacio y con la respiración acelerada tras superar la cuesta que lleva a nuestra Casa, luego pequeños paseos con sus padres por los exteriores, incluso alguna excursión a la playa o al campo… hasta que la silla de ruedas quedó relegada definitivamente a un rincón y cuando se acercaba a pedirnos que le tomáramos la temperatura diaria lo hacía bromeando, con paso ágil y con una camiseta que ya no parecía tres tallas más grande.

Casi 6 meses alojados en nuestra Casa. Tantos momentos compartidos, algunos buenos y otros más complicados, pero en los que nunca perdieron la positividad y las ganas de luchar en este, su otro hogar, como dice Begoña, su madre, “cuando llegábamos a la Casa Ronald parecía que llegáramos a nuestra casa, era nuestro hogar, y la gente que había aquí, nuestra familia”.

Cuando pensamos en todo el tiempo que pasaron con nosotros hay un momento que supuso un punto de inflexión. Fue un día precioso y soleado del mes de marzo, cuando Aleix nos pidió si podíamos dejarle un balón: quería volver a jugar al baloncesto en la canasta del patio de la casa. Ese día lo recordaremos siempre, porque fue el día en que Aleix recuperó sus alas de nuevo.