Liubov, Mykhailo e Iryna, vida normal tras la guerra y a pesar de la enfermedad

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2022

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El principal objetivo de las Casas Ronald McDonald es que los niños enfermos y sus familias lleven una vida lo más parecida a la normalidad a pesar de la enfermedad. Los niños con cáncer que han huido de Ucrania para continuar con sus tratamientos han encontrado en la Casa Ronald McDonald de Barcelona precisamente eso, la normalidad. Entre tanto desconcierto, viaje, cansancio y tristeza por dejar atrás a sus familiares en la Casa han encontrado un hogar fuera del hogar.

En este caso en la Casa Ronald McDonald hay alojadas tres familias que han llegado a la ciudad Condal gracias a la colaboración de la Fundación de Oncología Infantil Enriqueta Villavecchia y la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia. Los niños están recibiendo tratamiento por diversas patologías en el Hospital Vall d’Hebron, San Joan de Déu y San Pau.

Tras un largo y agotador viaje, los tres niños ya han comenzado a recibir el tratamiento necesario para su enfermedad oncológica, y se encuentran en proceso de adaptación. Tanto ellos como sus familias están llevando a cabo los trámites para regular su situación y van a empezar a dar clases de español, gracias al apoyo del equipo de voluntariado de la Casa.

Liubov, de año y medio, ha llegado con su madre Anna y una hermana de 9 años al igual que Mykhailo, 15 años, que está alojado con su madre Olena y su hermano de 12. Por último, la familia de Iryna, con 16 años, está acompañada de su madre Elena, su abuela y un hermano de 8 años.

En todos los casos, los hermanos ya están escolarizados y asisten a clases en la Escola Pare Poveda, que apoya y colabora de forma significativa con las familias, ofreciéndoles plazas, así como becas de comedor y actividades extraescolares para que puedan adaptarse a su nueva vida con la mayor normalidad posible. De hecho, Polina, una antigua niña alojada de la Casa y de nacionalidad ucraniana, también asiste al centro y les ayuda en la integración con el resto de los compañeros.

Las voluntarias que colaboran diariamente en la Casa comentan que “estamos trabajando para normalizar lo antes posible la vida de estas familias, del mismo modo que lo hacemos con el resto de las familias que llegan a la Casa, ya que todos tienen que dejar sus hogares para que los sus hijos vengan a Barcelona a recibir tratamiento.”

En este caso, dada la precaria situación con la que han llegado la fundación se colaborando económicamente para que puedan afrontar todos los gastos de alimentación y materiales de primera necesidad que requieren. En la Casa las familias van a la compra, cocinan, juegan, participan en actividades y desconectan no sólo del duro tratamiento médico, sino de la situación tan desoladora que tienen en su propio país.